Suspendida
Suspendida de la vida, caes dejándote desenrollar sobre el vacío.
Sustentada en la fe donde la caída no existe y se sustituye por la destreza de movimientos que se desenvuelven como danzas sensibles a músicas que se escuchan allá a lo lejos, con cierto frenesí.
Color rojo, de vida.
Música danzante, delirante, pausadamente recogida al viento, como los molinillos soplados en primavera que trazan bailes únicos e irrepetibles en su capricho por expresarse…
Pero nadie lo nota, en el silencio todo está relativamente en calma, mientras bailas entre visillos la niebla que envuelve, fresca, vital y serena.
Ni un murmullo. Los ojos bien abiertos y la danza continúa, en secreto.
© Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 14/12/2017